viernes, 15 de mayo de 2015

EJERCITO DE CLEOPATRA






La batalla naval de Accio se produjo el 2 de septiembre del año 31 a. C., entre las flotas de Cayo Julio César Octaviano, dirigida por Agripa, y la de Marco Antonio y su aliada Cleopatra, frente al golfo de Ambracia y el promontorio de Accio. La batalla se saldó con la victoria absoluta de Octaviano y la retirada de Marco Antonio y Cleopatra.


Índice  [ocultar]
1 Antecedentes
2 Preparativos para la batalla
3 La Batalla
4 Después de la batalla
5 La controversia
6 Accio en la literatura
7 Referencias
8 Enlaces externos
Antecedentes[editar]
En el año 44 a. C., el asesinato del dictador Julio César desató una interminable serie de guerras civiles que acabaron con todo el mundo romano. Hacia el año 32 a. C. esas guerras se redujeron a un enfrentamiento entre dos poderosos aristócratas romanos y sus seguidores. El heredero de César, Cayo Julio César Octavio (conocido para los historiadores modernos como Octavio) se enfrentó al que fue mano derecha de César, Marco Antonio (o Antonio). Octavio, asentado en Italia, dominaba la mitad occidental del Imperio romano. Antonio controlaba gran parte de la mitad oriental del Imperio con la ayuda de su aliada y esposa, Cleopatra VII, cabeza del reino helenístico de Egipto. La confrontación decisiva entre Octavio y Marco Antonio se produjo en el año 31 a. C., en la costa occidental de Grecia. Lograr la superioridad naval resultaba esencial para ambas partes en esta campaña. Sin ella, a Octavio le resultaría imposible llevar suministros y refuerzos desde Italia o protagonizar una invasión decisiva de Egipto. Antonio, por su parte, necesitaba romper las vías de comunicación de Octavio y cruzar el Adriático para invadir Italia, sin dejar de mantener sus propios lazos con Egipto y las provincias orientales.

El grueso del ejército de Antonio se encontraba en Patras, en el golfo de Corinto, con guarniciones en puntos estratégicos rodeando el Peloponeso y escuadrones navales dispersados por las islas próximas. Su flota se hallaba atracada en Actium, en la entrada de la desembocadura del golfo de Ambracia (una gran bahía cerrada por un canal muy estrecho, de menos de 1500 metros de anchura).

A principios de la primavera del año 31 a. C., Octavio logró establecer su ejército en el promontorio septentrional de este canal mientras su flota, hábilmente comandada por Marco Vipsanio Agripa, derrotó a los escuadrones de Antonio en las islas y cortó gradualmente las rutas de suministro hacia Actium. Antonio y Cleopatra desplazaron su ejército al promontorio septentrional en un intento de obligar a Octavio a entrar en una batalla decisiva mientras su flota permanecía en Actium. Aquí, las condiciones insalubres y pantanosas, la falta de suministros y la moral menguante favorecieron la falta de entusiasmo entre sus comandantes y las deserciones en masa por parte de los remeros de los barcos de guerra.

A mediados del verano, la situación era desesperada. El almirante principal de Antonio, Cayo Sosio, intentó escapar por mar mientras Antonio dejaba a la mitad de su ejército tierra adentro, esperando ahuyentar a Octavio de la zona en disputa; probablemente, tenía la intención de unirse a Sosio en la costa oriental de Grecia. Sosio derrotó al escuadrón de naves que bloqueaban la entrada al golfo, pero Agripa condujo allí al resto de la flota y obligó a Sosio a retroceder.

Las noticias de esta derrota llevaron a Antonio a regresar a su campamento, donde se desató un debate en torno a la cuestión de si se abandonaba la flota y se dirigían al norte, a Macedonia, donde todavía se encontrarían aliados, o se guarnecía el mayor número posible de barcos de guerra con los mejores soldados y se intentaba otro ataque por mar. Si esta última opción salía bien, Antonio podría poner rumbo a Egipto y, tal vez, reunir otro ejército. Antonio no era un comandante naval experimentado, pero los argumentos a favor de una batalla naval, defendidos también por Cleopatra, eran sólidos. Aunque consiguiera alejarse con el ejército íntegro, abandonando la flota también se separaba de las legiones que todavía le eran leales en Siria y Cirenaica.

Preparativos para la batalla[editar]
El 2 de septiembre, Antonio quemó los barcos sobrantes, en su mayoría de transporte de tropas, para impedir que Octavio los utilizase. A continuación embarcó a sus mejores soldados en los barcos de guerra restantes. Resulta imposible establecer la fuerza exacta de cada flota, pero la de Antonio era muy inferior en número. Octavio contaba con más de 400 barcos, mientras que la flota efectiva de Antonio privada de barcos amarados en la costa y las islas y reducida todavía más por las enfermedades y la deserción, se situaba en torno a las 230 embarcaciones.

Los barcos de guerra antiguos se desplazaban gracias a la acción de remeros sentados en hasta tres niveles. Las clasificaciones aplicadas a estos barcos varían de dos a dieciséis, y no se refieren al número de hombres que accionaban cada remo, sino al número total de remeros de cada grupo vertical. De ahí que un “cinco” tuviese remos en sólo tres niveles, pero en los dos niveles superiores los remos fuesen accionados por dos hombres mientras que el nivel más bajo contaba con un hombre por cada remo.

Los barcos de la flota de Octavio abarcaban desde trirremes (clasificados como “tres”), con aproximadamente 200 soldados y remeros, hasta “sextos”, que podrían llevar más de 500 hombres. Estaban equipados con espolones en la proa, aunque la principal táctica consistía en acercarse a la embarcación enemiga y atacarla con armas arrojadizas (incluidas pequeñas catapultas) para después luchar cuerpo a cuerpo e intentar subir a bordo.

Antonio disponía de embarcaciones similares, más algunas naves más grandes (auténticas fortalezas flotantes con torres para arqueros en la proa y la popa y con cientos de soldados en sus espaciosas cubiertas). Eran barcos con velas, una práctica nada habitual en las batallas marítimas antiguas. El plan de Antonio consistía en hacerse a la mar y, en cuanto sus barcos tuviesen viento favorable, poner rumbo al sur, rodeando el Peloponeso, hasta Egipto. Además de los barcos de guerra. Antonio disponía de numerosas embarcaciones comerciales, que apenas transportaban tropas y carecían de espolones o catapultas, pero que transportaban los cofres con tesoros de los botines de guerra que Antonio y Cleopatra. Resultaba vital que estos barcos se alejasen. El escuadrón de barcos de guerra asignados para escoltarlos incluía el propio buque insignia de Cleopatra.

La Batalla[editar]
El objetivo de Octavio consistía en bloquear la salida del golfo de Ambracia con una doble fila de barcos de guerra. Marco Agripa comandaba el flanco izquierdo de su flota, Lucio Arruncio el centro y el propio Octavio iba en el flanco derecho con una pequeña embarcación liburnia. Con el fin de aumentar las posibilidades de atravesar las líneas enemigas. Antonio ordenó a los barcos del flanco derecho y del izquierdo (al mando de Lucio Gelio Publicola y Cayo Sosio, respectivamente) que intentasen alejarse del centro, obligando al enemigo a moverse con ellos y alejándose así del centro de sus propias líneas. De este modo, se produjo un hueco a través del cual pudo pasar el escuadrón de Cleopatra con los barcos mercantes cargados.

En el flanco izquierdo de la flota de Octavio, los barcos de Agrupa derrotaron a Publicola y pusieron rumbo a Antonio y al tercer escuadrón, el central, al mando de Marco Octavio. El propio buque insignia de Antonio quedó atrapado con otros barcos en la lucha que se desató en el flanco derecho, de manera que tuvo que pasar a otro barco más pequeño y seguir al escuadrón de Cleopatra. Le persiguieron algunas de las embarcaciones más ligeras y rápidas de Octavio. Cuando le dieron alcance, Antonio ya había pasado al buque insignia de Cleopatra y los perseguidores tuvieron que alejarse. Consiguió salvar aproximadamente 70 barcos de guerra.

Después de la batalla[editar]
Octavio erigió en su campamento un enorme monumento a la victoria adornado con espolones de barcos enemigos capturados. Además, en aquel mismo lugar fundó una ciudad de bautizó con el nombre de Nikópolis (ciudad de la victoria).

Poetas contemporáneos como Virgilio y Horacio señalaron la batalla de Actium como el principio de una edad dorada para Roma. No fue tanto la derrota naval como el abandono de su ejército lo que representó el final para Antonio y Cleopatra y para sus posibilidades de derrotar a Octavio. Aunque el ejército comenzó una retirada hacia el norte, desde Actium en dirección a Macedonia, bajo el mando de Publio Canidio Craso, tan pronto como las fuerzas de Octavio dieron con él, las legiones veteranas negociaron un cambio de bando. Su sentido de la lealtad hacia Antonio no era lo suficientemente intenso como para hacerles ignorar la catastrófica realidad de la situación.

Octavio persiguió a la pareja de destino funesto hasta Alejandría. Antonio y Cleopatra prefirieron suicidarse antes que someterse al nuevo gobernante del mundo romano. Octavio regresó a Roma, se hizo llamar César Augusto e inauguró la línea de emperadores romanos que se prologaría a lo largo de 500 años.

La controversia[editar]
Existen diferencias entre los eruditos a la hora de valorar el enfrentamiento. Por un lado hay quien postula que Marco Antonio buscaba una retirada completa, pues sus naves llevaban un velamen demasiado grande, del que no se hubiese hecho uso si se preparase una batalla naval. Otros sugieren que lo que se buscaba era un enfrentamiento con una parte del ejército que encubriese honrosamente lo que en realidad era una huida. Otro motivo de conflicto es la participación de Cleopatra en esta decisión. Tampoco son fiables las cifras que se dan para el número de naves en cada bando; según Plutarco, antes de la confrontación Antonio contaba con 600 naves, de las que Augusto capturó 300, cifrándose en unas 5000 las bajas humanas. Según otros autores, ambas fuerzas tenían un tamaño similar de 200 naves.

Accio en la literatura[editar]

Detalle de una réplica de la Columna de Trajano mostrando balistas en una nave romana.
El poeta Virgilio describe así la batalla en la Eneida:

La reina en el centro convoca a sus tropas con el patrio sistro,
y aún no ve a su espalda las dos serpientes.
Y monstruosos dioses multiformes y el ladrador Anubis
empuñan sus dardos contra Neptuno y Venus
y contra Minerva. En medio del fragor Marte se enfurece
en hierro cincelado, y las tristes Furias desde el cielo,
y avanza la Discordia gozosa con el manto desgarrado
acompañada de Belona con su flagelo de sangre.
Virgilio
William Shakespeare también narra la batalla de Accio en su tragedia Marco Antonio y Cleopatra. El autor inglés destaca el honor de los combatientes y narra los antecedentes incluso desde su obra anterior Julio César, donde se cuenta el inicio del triunvirato entre Octavio, Antonio y Lépido, quien cae en desgracia y es encarcelado antes del enfrentamiento naval de los otros dos triunviros.

Referencias[editar]
↑ Saltar a: a b c d José Pijoan (1979). Historia del Mundo. Tomo IV. Barcelona: Salvat Editores S.A., pp. 106, ISBN 84-345-3829-6.
↑ Saltar a: a b c Si Sheppard (2009). Actium 31 BC: Downfall of Antony and Cleopatra. Oxford: Osprey Publishing, pp. 81. ISBN 978-1-84603-405-3.
Enlaces externos[editar]
Colabora en Commons. Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Batalla de Accio.
Guglielmo Ferrero: Grandeza y decadencia de Roma (Grandezza e decadenza di Roma, 1901-1907), en 5 volúmenes; texto español en el sitio de la Biblioteca Tercer Milenio.
Apéndice del Volumen IV: La Batalla de Accio.
Cleopatra Filopátor Nea Thea o Cleopatra VII (en griego: Κλεοπάτρα Φιλοπάτωρ; hacia 69 a. C. - 30 a. C.) fue la última reina del Antiguo Egipto y de la dinastía ptolemaica, también llamada Lágida, fundada por Ptolomeo I Sóter, un general de Alejandro Magno. Fue la última del llamado Periodo helenístico de Egipto.

Cleopatra era hija de Cleopatra V Trifena y de Ptolomeo XII Auletes, de quien heredó el trono en el año 51 a. C., cuando tenía 18 años, junto con su hermano Ptolomeo XIII, de solo 12, quien sería además su esposo (hecho frecuente en los matrimonios regios ptolemaicos). A Cleopatra se le ha atribuido una belleza excepcional; sin embargo, grabados y dibujos hallados dan testimonio de que su encanto radicaba en su personalidad más que en su aspecto físico.1

Índice  [ocultar]
1 Comienzos del reinado
2 Cayo Julio César
3 Marco Antonio
4 Muerte de Cleopatra
5 Los hijos de Cleopatra
6 Titulatura
7 Cleopatra en el arte y la literatura
8 Véase también
9 Referencias
9.1 Notas
9.2 Bibliografía consultada
9.3 Otras obras
10 Enlaces externos
Comienzos del reinado[editar]

Estatua de basalto negro de Cleopatra VII. Museo del Hermitage. San Petersburgo, Rusia.
El padre de Cleopatra, Ptolomeo XII, conocido como "Auletes", era un soberano nada querido por su pueblo por la despreocupación que mostraba ante los graves problemas que asolaban a Egipto, por su manifiesta corrupción y por ser más amante de las fiestas que de las cuestiones de Estado. Conseguía mantenerse en el trono gracias a la ayuda romana que recibía merced a sus continuos sobornos y promesas de tributos diversos.

Roma estaba encantada de "ayudar" a Ptolomeo XII porque Egipto era para el Imperio una presa muy tentadora y hacía tiempo que tenía los ojos puestos en el oro de ese país. En cada conflicto, Roma se prestaba gustosa como árbitro. En el año 58 a. C., con ocasión de un levantamiento popular, Ptolomeo, exiliado por su hija Berenice, se desplazó a Roma en busca de ayuda militar para sofocarlo. Quedaron como regentes del país su esposa Cleopatra y su hija mayor Berenice IV, quienes gobernaron durante un año hasta que Cleopatra murió. Los alejandrinos colocaron en el trono como única reina a Berenice IV y enviaron una delegación a Roma para que ésta arbitrase en el conflicto que enfrentaba a padre e hija.

Ptolomeo XII consiguió el apoyo de Roma luego de haber pagado a Pompeyo una gran suma de dinero y prometerle que durante años le pagaría tributos. Consiguió derrotar al ejército de Archelaus, segundo marido de Berenice IV, y fue devuelto al trono. Uno de sus primeros actos fue mandar ejecutar a su hija Berenice, era el año 55 a. C.

Ptolomeo XII Auletes reinó desde ese día hasta su muerte en el año 51 a. C; dejándole el trono a su hija Cleopatra VII Filópator y a su hijo Ptolomeo XIII Dioniso II (51-47 a. C.), que contaba aproximadamente con doce años, con quien ella tuvo que casarse por testamento de su padre. Ptolomeo XII dejó como tutor de ambos al regente de Roma, que en ese momento era Pompeyo, quien debía hacer cumplir el testamento y casar a los hermanos. Claro que esta unión era puramente legal, ya que según se dice Cleopatra, extremadamente inteligente y ambiciosa, dejaba fuera de todas las decisiones a su hermano.

Cleopatra tenía varios hermanos: Berenice IV, de la que ya se ha hablado, y Cleopatra VI como hermanas mayores -ésta última desapareció no se sabe cómo durante el reinado de su hermana Berenice-, una hermana menor llamada Arsínoe IV y dos hermanos menores llamados Ptolomeo XIII y Ptolomeo XIV, con los que se casó sucesivamente, según la ley de los lágidas, a cuya dinastía pertenecían, y que permitía el matrimonio entre hermanos. La educación de todos ellos fue puramente griega, según costumbre ptolemaica. Cleopatra fue la primera de esta dinastía que aprendió a hablar el idioma egipcio; pero no solo conocía este idioma, sino también griego, hebreo, sirio y arameo y quizás latín. Fue instruida así mismo en los campos de la literatura, música, ciencias políticas, matemáticas, astronomía y medicina. Además tenía fama de poseer modales dulces y refinados y una sugerente voz, cosas que hacían de ella una mujer muy seductora según Plutarco.1

Entre el 50 y el 49 a. C. los campesinos sufrieron graves hambrunas, se rebelaban y se unían a bandas de forajidos que causaban grandes males; la moneda egipcia se debilitaba y la lenta burocracia entorpecía la recuperación: el país dependía cada vez más de Roma. Además, en su propio entorno familiar tampoco iban bien las cosas. Su hermana menor Arsinoe, en desacuerdo con su política de ayuda a los romanos en señal de buena voluntad, aspiraba al trono y pronto surgieron las desavenencias también con su hermano-esposo. Ptolomeo XIII, muy joven y manipulable, era prácticamente manejado por tres consejeros muy hostiles a ella: el eunuco llamado Potino, el general Aquilas y el retórico Teodoto. Por consejo de ellos en 48 a. C. expulsó a su hermana del trono derrocándola con un comando dirigido por sus consejeros Potino y Aquilas. Y la obligó al exilio eligiendo ella Siria. Desde esta región Cleopatra pretendió recuperar el poder, reuniendo un buen ejército para este fin, aunque no lo logró.

Cayo Julio César[editar]
Roma también estaba en guerra civil y ese mismo año Pompeyo huyó a Egipto buscando refugio -donde creyó sería bien recibido por el faraón Ptolomeo XIII- tras su derrota en Farsalia a manos de Julio César, a quien se había enfrentado en un intento de quitarle el poder. A su llegada el faraón ordenó asesinarle, por consejo de Potino, pensando obtener así el consiguiente apoyo de César que le permitiera vencer al bando de Cleopatra. Sin embargo, al general romano, que arribó a Alejandría unos días más tarde en persecución de su rival, no le agradó la decisión, pues su intención era capturarle con vida o quizás incluso perdonarle. Y lloró ante la cabeza cortada de su amigo y rival, que se le presentaba. Fue un mal comienzo para las relaciones de César y el soberano egipcio.

Aun así, César quería solucionar, en calidad de testamentario de Ptolomeo XII Aulettes, el conflicto que enfrentaba a los dos hermanos y esposos Cleopatra VII y Ptolomeo XIII y convocó a las dos partes. Ptolomeo, aconsejado de nuevo por el eunuco Potino, regresó inmediatamente a Alejandría. Cleopatra envió antes varios emisarios para asegurarse de las intenciones de César. Al final aceptó ir a Alejandría, pero lo hizo en secreto y de noche, pues desconfiaba de los espías de su hermano. Cleopatra consiguió acceder (burlando el control de los partidarios de su hermano) hasta el palacio real en el que se aposentaba César para persuadirle de que tomara partido por ella. Pasaron la noche juntos (pensando quizás Cleopatra que, si enamoraba a César, ya no tendría que temer una invasión por parte de los romanos, hecho supuesto pero no demostrado). El general hizo acudir a Ptolomeo a sus aposentos, pero éste, comprendiendo la situación, rechazó la propuesta de reconciliación. Decidió huir y corrió la voz de que había sido traicionado en un intento de levantar a los alejandrinos contra la pareja. Pero pronto fue capturado por los soldados romanos. Para evitar el motín que se avecinaba, César leyó ante el pueblo el testamento de Ptolomeo XII Auletes, del que se presentó como albacea e hizo promesas más o menos convenientes a cada uno. Finalmente se celebró el acuerdo entre los tres con un gran banquete, quedando el mapa político como sigue: César da a Ptolomeo XIII la isla de Creta y a Ptolomeo XIV y Arsinoe IV Chipre. Arsinoe considera que ella debería reinar en Egipto y se une a la causa de su hermano.


Julio César y Cleopatra, de Jean-Léon Gérôme.
Entonces, César se instaló en Alejandría, donde llevaba una vida tranquila y culturalmente activa, además de obtener la alianza de la reina Cleopatra. Ésta recuperó el trono, protegida por su aliado romano, y Ptolomeo XIII residía cerca de ellos aunque más como rehén que como soberano. Sin embargo, no se estuvo quieto. Junto a su hermana Arsinoe y su consejero Potino, llevó a cabo una guerra de intrigas que acabaron por provocar la animosidad de los alejandrinos hacia los dos amantes. El pueblo ya podía aceptar un ataque a los soldados romanos aprovechando además su aislamiento, y así lo ordenó Ptolomeo a Aquilas quien, desde Pelusio, marchó sobre Alejandría al frente de 20.000 soldados y 2.000 jinetes y rodearon la ciudad. Es entonces cuando la guerra entre Cleopatra y Ptolomeo se transformó en la guerra de Arsinoe IV y Ptolomeo XIII contra César. César y Cleopatra VII resistieron el asedio al palacio real de Alejandría, donde retenían a Ptolomeo XIII, hasta que la llegada de refuerzos les permitió contraatacar y lograr la victoria final.

En uno de los combates, el ejército de Aquilas intentó apoderarse del Gran Puerto de la ciudad, donde estaban anclados 72 navíos de guerra egipcios y 50 trirremes romanos. Para evitar que cayeran en sus manos, César prefirió quemar dichas naves, provocando un gran incendio que alcanzó la ciudad, y el resultado final fue la pérdida de muchos e importantes edificios, entre otros el famoso Museo con su Biblioteca, que quedó completamente destruida.

La guerra duró largos meses. El eunuco Potino fue tomado como rehén y más adelante ejecutado por haber intentado, en su cautiverio, envenenar a César. Arsinoe logró huir de palacio y llegar al campamento de Aquilas, con su padre putativo, el eunuco Ganímedes, que se puso al frente del ejército después de ejecutar a su aliado Aquilas, y fue proclamada reina de Egipto por los soldados. Después de que los alejandrinos ganaran una de las batallas, que no la guerra, éstos exigieron a César la libertad de Ptolomeo, a lo que gustosamente cedió convencido de que la juventud e inexperiencia militar del soberano más bien perjudicaría a sus enemigos, como así fue. Por lo que Ganímedes fue destituido y su puesto ocupado por el rey. Gracias a la llegada de los refuerzos y a la incompetencia de Ptolomeo, César puso en fuga a los egipcios, empujándolos Nilo arriba, donde centenares de ellos murieron ahogados. Ptolomeo XIII estaba entre los muertos, en el fango: había tratado de huir en una barcaza demasiado cargada que terminó zozobrando.

La coraza de oro que llevaba, por la que fue reconocido, fue la prueba que blandió César ante el pueblo que lloraba vestido de luto. Cleopatra recuperó el trono una vez más (47). Pero tenía que haber un rey y, para poder seguir gobernando, se casó con otro de sus hermanos, Ptolomeo XIV Filópator II. Pero el nuevo faraón solo tenía 10 años, y Cleopatra se encontró de nuevo con las riendas del poder en sus manos. Arsinoe, prisionera, fue enviada a Roma, donde desfiló cargada de cadenas en el festejo de las últimas victorias militares de Julio César.


Bajorrelieve en el Templo de Dendera de Cleopatra VII y de su hijo Cesarión, fruto de la relación con Julio César.
Julio César y Cleopatra pasaron juntos varios meses en Egipto y fruto de su relación nacería, el 23 de junio de 47 a. C., Ptolomeo XV, más conocido como Cesarión, el apodo que le dieron los alejandrinos[cita requerida]. Luego partió a combatir (y derrotar) a Farnaces del Ponto (47) y a doblegar con éxito la resistencia de los optimates en Tapso (febrero de 46) y Munda (marzo de 45), al tiempo que efectuaba en Roma diversas reformas políticas que le atañían tanto a él personalmente como al Imperio en general. Además de instaurar una monarquía romana, entre los objetivos finales de César probablemente se encontrara el de agrupar, mediante su matrimonio con Cleopatra, a los Estados romano y egipcio, dando así como resultado la unidad política de todo el mundo mediterráneo.

La influencia egipcia durante estos años de Julio César en Roma también se reflejó en la administración, la sociedad, la cultura e incluso la religión. Cabe citar, por ejemplo, la recaudación directa de los impuestos por el Estado (que evitaba los anteriores abusos de los publicanos); el inicio de la administración racional (y no la mera explotación) de las provincias; la adopción, con pequeñas correcciones, del calendario de Canopo (llamado desde entonces Juliano); y la introducción del culto a Isis. La propia Cleopatra estuvo dos veces (46 y 45-44 a. C.) en Roma junto con Cesarión y viviendo como concubina en la villa de César. Nunca fue aceptada por el pueblo romano, que la miraba con desconfianza. Además, César desafió a la opinión pública y rindió homenaje oficial a la reina egipcia. Durante la segunda estancia Julio César fue víctima del asesinato (15 de marzo del 44) proyectado y ejecutado por un grupo de familias senatoriales republicanas que trataban de frustrar sus planes políticos. Cleopatra, que acababa de perder a su poderoso aliado, no pudo hacer otra cosa que abandonar la capital italiana y regresó con su hijo a Egipto.

Marco Antonio[editar]
A partir del año 43 a. C., tras su regreso a Egipto, Cleopatra, temiendo que su hermano-esposo Ptolomeo XIV, que ya contaba con 15 años de edad, quisiera tener más poder del que a ella le convenía, lo envenena y establece a Cesarión como su corregente a la edad de 4 años. El estado en que encontró a su reino fue muy desalentador. Sufría plagas y hambre. Los canales del Nilo habían sido descuidados durante sus dos años de ausencia y esto hizo que las cosechas fueran malas y las inundaciones no fueran bien aprovechadas.


Marco Antonio y Cleopatra, de Lawrence Alma-Tadema
Marco Antonio era un general y político romano, amigo de Julio César, que había sido comandante jefe en su ejército. A raíz del asesinato de éste, persiguió a los culpables, Marco Bruto y Cayo Casio y además supo enfrentar al pueblo romano contra ellos y ganarse el apoyo y la inclinación de las gentes hacia él. Al surgir otros dos rivales, el 23 de noviembre de 43 a. C., la Lex Titia oficializaba el pacto entre los tres por un período de cinco años: acababa de crearse el Segundo Triunvirato, que reunía a Antonio, Octavio (heredero político designado por Julio César) y Lépido, antiguo jefe de la caballería de César que se pasó al lado de Antonio. Se desencadenó de esta manera una guerra civil entre los partidarios del triunvirato y los seguidores republicanos. Marco Antonio llamó en su ayuda a la reina Cleopatra, para que acudiera con sus naves a Tarso, en la actual Turquía, pero la reina no quería que Egipto entrara en una guerra civil de los romanos y tampoco se fiaba de él. Finalmente cedió a la reunión con la condición de que ésta se desarrollara en su propio barco, considerado donde fuere que estuviese anclado como suelo egipcio. Se encontraron en Tarso en el (41 a. C.). Aunque Egipto estaba al borde del colapso económico, Cleopatra navegó con los remos de plata, las velas púrpuras y todo el lujo al que estaba habituada, hasta se vistió como Afrodita, la diosa del amor. El encuentro duró cuatro días. El resultado de este viaje fue que ambos personajes se enamoraron, que Cleopatra convino en prestarle la ayuda económica que le pedía a cambio de que Antonio ejecutase a su hermana Arsinoe IV, a quien consideraba una continua amenaza, como así se hizo, y que Marco Antonio decidió quedarse en Egipto al lado de Cleopatra. La pareja pasó junta en Egipto el invierno de 41-40 a. C. disfrutando de los máximos lujos y fiestas continuas. Pero los asuntos de Roma llamaban al general y en el año 40 a. C. tuvo que regresar a la capital del Imperio. Allí cumplió con la promesa de casarse con Octavia, hermana de Cayo Julio César Octavio Augusto, el futuro primer emperador de Roma y sobrino nieto de Julio César. Octavio (que así se le llamaba entonces) era gran amigo de Marco Antonio, aunque con el tiempo y los acontecimientos, esta amistad se vio truncada.

Tras la marcha de Marco Antonio a Roma, Cleopatra dio a luz dos niños gemelos, Cleopatra Selene II y Alejandro Helios. No volvieron a encontrarse hasta cuatro años después. Él regresó a Egipto en otoño del 37, durante el curso de una campaña contra los partos, y contrajo matrimonio con Cleopatra (sin repudiar a Octavia). Marco Antonio cedió a su esposa Chipre, Fenicia y Creta, y Egipto volvió a tener una extensión similar a la de los tiempos de los primeros Ptolomeos. Tuvieron otro hijo (Ptolomeo Filadelfo), llevaron juntos una vida de lujo y derroche, y nombraron a sus vástagos herederos de varios Estados satélites como Armenia y Cirene (34 a. C.).


Cleopatra, por Giovanni Battista Tiepolo.
La relación entre Octavio y Marco Antonio había ido empeorando progresivamente y a partir del año 37 el primero ya consideraba al segundo un enemigo, contra el que empleó la propaganda ante el pueblo y el Senado de Roma, presentándole como un títere en manos de la reina de Egipto y en detrimento de los intereses de Roma. Frente a esta imagen negativa de un Marco Antonio indolente, dado a los placeres mundanos en la porción más rica del Imperio y sometido a la voluntad y caprichos de una soberana extranjera, Octavio contraponía la suya: el gobernante sacrificado y trabajador que trataba de superar las circunstancias adversas con esfuerzo y determinación. Virtudes éstas muy apreciadas por el pueblo romano y que él supo difundir hábilmente para crear un estado de opinión favorable a sus propósitos, al tiempo que aumentaba el odio a Cleopatra y la indignación por el comportamiento de Antonio.

Al terminar la vigencia del triunvirato, que en el 38 a. C. habían renovado por cinco años más, esto es hasta el 33, los dos rivales se lanzaron acusaciones mutuas en el Senado. Marco Antonio repudió a Octavia. Octavio violó y expuso el testamento secreto que aquel había depositado en el templo de las vestales, corroborando así sus argumentos. Se supo por el mencionado documento que además de haber otorgado posesiones romanas a la reina egipcia, Antonio pretendía trasladar la capital de Roma a Alejandría y fundar allá una nueva dinastía. A ello se añadieron después multitud de graves acusaciones (desde el punto de vista romano) hacia Cleopatra de diversa índole (brujería, incesto, lujuria, adoración de ídolos animales, etc.). Todo esto, pero en especial lo primero, acabó propiciando la definitiva hostilidad de la opinión pública hacia Marco Antonio y su esposa. Y más importante aún, su destitución como triunviro y la declaración de guerra a Egipto (32) por parte del Senado.

El ejército de Marco Antonio (tanto terrestre como marítimo), aunque menos disciplinado y entrenado que el de Octavio, era más numeroso. Sin embargo, en la decisiva batalla naval de Accio (2 de septiembre del 31), los más maniobrables barcos del general Agripa consiguieron situarse frente a la flotilla de Cleopatra. Ésta huyó entonces presa del pánico, y al darse cuenta Antonio fue detrás de ella abandonando a sus hombres, que al final perdieron la batalla. Esto decantaba la victoria final hacia el bando de Octavio, quien el 30 de julio del año 30 entraba con facilidad en Alejandría. A continuación, Marco Antonio, engañado por un falso informe sobre la muerte de Cleopatra, se suicidó dejándose caer sobre su propia espada.

Muerte de Cleopatra[editar]

La muerte de Cleopatra, por Reginald Arthur.
Los planes de Octavio eran tomar a la reina como prisionera y exhibirla en Roma durante la tradicional ceremonia conocida como Triunfo, simbolizando con ello la superioridad y la victoria sobre la humillada enemiga a la que el pueblo de Roma tanto odiaba. Esto aumentaría más si cabe su respaldo popular e impulsaría decisivamente sus aspiraciones políticas.

Cleopatra se percató del final que la esperaba tras entrevistarse con Octavio, un hombre frío y calculador que a diferencia de César y Antonio no podría seducir o sugestionar de ningún modo. Viendo, pues, su futuro como esclava, tal vez en el reino del que había sido soberana (convertido ahora en la provincia romana de Egipto), Cleopatra eligió morir y tomó la decisión de suicidarse. Según la versión más extendida, pidió a sus criadas Iras y Charmion que le trajeran una cesta con frutas y que metieran dentro una cobra egipcia (el famoso áspid), responsable de su muerte, a finales de agosto del año 30 a. C. Otras versiones relatan que se quitó la vida al conocer el suicidio de su esposo. Antes de fallecer escribió una misiva a Octavio en la que le comunicaba su deseo de ser enterrada junto a Marco Antonio, y así se hizo. Se desconoce el lugar de su sepultura. Zahi Hawass la ubica en Taposiris Magna, a 30 km de Alejandría, aunque las excavaciones realizadas en junio de 2008 descartaron esta hipótesis.2

Los hijos de Cleopatra[editar]

Tetradracma de Cleopatra VII, acuñado en Siria.
Después de la batalla de Accio y temiendo lo peor, Cleopatra mandó a su hijo Cesarión lejos de Egipto hacia el sur, con una pequeña fortuna para poder defenderse de sus posibles enemigos, pero fue traicionado por su profesor particular, Rhodon, que lo convenció de que, si regresaba a Alejandría, Octavio le respetaría la vida, pero fue asesinado por orden de este último.

Después de la muerte de Cleopatra, sus otros hijos fueron llevados a Roma y criados por la esposa de Marco Antonio, Octavia (hermana de Octaviano, que después se convertiría en el emperador Augusto).

Cleopatra Selene se casó con el rey Juba II de Mauritania con quien tuvo un hijo al que llamaron Ptolomeo, que heredó el reino de su padre en el año 23 a. C.. Cuarenta años más tarde el emperador Calígula lo mandó matar. De Alejandro Helios y Ptolomeo Filadelfo no se sabe bien su paradero, pero se cree que murieron en Roma. Alejandro Helios en 25 a.C. y Ptolomeo Filadelfo en 25 a.C., aunque también se afirma que se fueron a vivir a Mauritania junto con su hermana.

Titulatura[editar]
Titulatura            Jeroglífico           Transliteración (transcripción) - traducción - (referencias)
Nombre de Sa-Ra:         
Hieroglyph egyptian-Sa-Ra.svg                
Hiero Ca1.svg   
N29
E23         V4          Q3 X1
D21
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ḳ l w p t r (Qleupater)
Cleopatra
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ḳ l w p d r nṯrt mr <t> ỉts (Qleupader Necher mery<t>ites)
Cleopatra, Divina, Amada de su padre
Nombre de Sa-Ra:         
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N29
E23         M17       V4          Q3          G1          d
D21        X1           G1          H8

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ḳ l ỉ w p ȝ d r ȝ (Qliupadra)
Cleopatra
Cleopatra en el arte y la literatura[editar]

Cleopatra sobre las Terrazas de Philae, de Frederick Arthur Bridgman.
Su vida y su trágica muerte, así como sus amores con los dos personajes romanos, Julio César y Marco Antonio, han servido de inspiración en todas las épocas a literatos, pintores, escultores y cineastas. En total, entre los años 1540 y 1905 se han escrito 200 obras de teatro, cinco óperas, cinco ballets, incluso uno de los cómics del popular Asterix el galo estaba dedicado a ella: Asterix y Cleopatra. Las obras literarias más famosas son Cleopatra y Marco Antonio (1606), de William Shakespeare, Todo por amor (1678), del autor teatral inglés John Dryden y César y Cleopatra (1901) de George Bernard Shaw.

Han realizado pinturas y esculturas sobre ella artistas como Giambattista Tiepolo y Jean-Baptiste Regnault. Los cineastas Méliès, Joseph L. Mankiewicz y Cecil B. De Mille le han dedicado películas. De Mille rodó su versión con Claudette Colbert en 1934, y Mankiewicz rodó en 1963 la famosa y polémica superproducción Cleopatra, protagonizada por Elizabeth Taylor y con Richard Burton en el papel de Marco Antonio. También en 1972, Charlton Heston dirigió y protagonizó Marco Antonio y Cleopatra. Otra película más moderna, y menos ambiciosa, fue protagonizada por la actriz chilena Leonor Varela.

En 2001, el Museo Británico dedicó una exposición a Cleopatra y hubo un interesante debate sobre su belleza. Según las informaciones más fiables, el atractivo de esta reina radicaba en su cultura, cuidada presencia y modales seductores, con una voz muy agradable, y no en su belleza. Sus rasgos faciales eran más bien imperfectos, con una prominente nariz.

Véase también[editar]
Periodo Helenístico de Egipto
Batalla de Actium
Donaciones de Alejandría
Estatua de basalto negro de Cleopatra VII, del Museo del Hermitage
Referencias[editar]
Notas[editar]
↑ Saltar a: a b Plutarco: "Se pretende que su belleza, considerada en sí misma, no era tan incomparable como para causar asombro y admiración, pero su trato era tal, que resultaba imposible resistirse. Los encantos de su figura, secundados por las gentilezas de su conversación y por todas las gracias que se desprenden de una feliz personalidad, dejaban en la mente un aguijón que penetraba hasta lo más vivo. Poseía una voluptuosidad infinita al hablar, y tanta dulzura y armonía en el son de su voz que su lengua era como un instrumento de varias cuerdas que manejaba fácilmente y del que extraía, como bien le convenía, los más delicados matices del lenguaje"; "Platón reconoce cuatro tipos de halagos, pero ella tenía mil."
Volver arriba ↑ Según información de la agencia EFE fechada el 26 de mayo de 2008 en El Cairo, se descubrió en Alejandría una estatua de bronce de Afrodita, un busto de alabastro de Cleopatra y una máscara que probablemente sea la de Marco Antonio. Faruq Hosni, el Ministro egipcio de Cultura anunció el hallazgo, que se ubica en el sitio arqueológico de Tabusiris Magna, que ya había sido considerado como posible lugar para encontrar la tumba de Antonio y Cleopatra. Zahi Hawass también se pronunció afirmando que los pasadizos ubicados en el lugar pudieran ser los que conduzcan al descubrimiento de la sepultura.

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